jueves, 22 de julio de 2010

Hay días en los que no comprendo muchas cosas que he hecho.
Unas me parecen muchísimo más difíciles de lo que me parecieron en ese entonces.
Y otras simplemente no sé cómo pude complicarme tanto en hacerlas.
Hoy es uno de esos días en los que reflexiono sobre muchas cosas, y personas.
Reflexionar a todos nos lleva inevitablemente a un tema determinado, una situación.
Y en mi caso… Una persona, o un mismo abismo, un mismo sentimiento, una misma odisea sentimental.
Y es cuando te das cuenta de que muchas veces gastas tiempo en cosas que NO valen la pena.
Como yo en estos momentos.
Es como si TODA la vida esperé a que tú cambiaras por mí, como yo cambié por ti.
Como que siempre esperé que algún día entendieras TODO lo que yo te quise dar a entender con mis escritos.
Y siempre albergué la esperanza de que mis palabras rebuscadas llegaran a ti TANTO como en mi lo hacían tus frases cortadas y tus monosílabos simples e insípidos.
Pasaron muchas cosas entre tu y yo, qué no? Muchas cosas, no sé como puedes tener el cinismo de venir como si nada, y yo no sé cómo es que puedo seguir jugando a lo mismo, con las mismas reglas, y carencia de estas, con las mismas fallas, con las mismas estadísticas de desgracia, y con la misma ilusión y ahínco que antes.
Que tonta soy. Que listo eres. Que patético es esto. Y que complicado. Todo es difícil tratándose de ti. Y a la vez es todo TAN simple que no vale la pena darle vuelta a las cosas, porque NO tienen de donde.
Para que de repente vengas como si nada. Como si nada pasara.
Porque ambos sabemos que vienes y me haces como quieres. Porque ambos sabemos que parezco arena con agua entre tus manos, que me diluyo… que me disuelvo en ellas. Que me pierdo con ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario